Existe
un concepto en Psicología positiva llamado resiliencia que básicamente consiste
en la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida,
superarlas e inclusive, ser transformadas por ellas (Grotberg, 1995)
Personas
que han vivido situaciones traumáticas, críticas, a veces inhumanas,
independientemente de su edad, han podido salir de ellas de forma admirable y
aún más, fortalecidas.
Vivimos
un tiempo en el que escuchar los distintos telediarios (no estamos libres de la
manipulación informativa), leer un periódico (a veces con los titulares es
suficiente para que la angustia se apodere de nosotros) , escuchar a nuestro
vecino o al compañero de trabajo (en el caso de trabajar), o tal vez la propia
situación... problemas, crisis económica, recortes, frustración, desilusión,
paro , desahucios, desastres naturales... ¿Cómo podemos vivir? ¿Cómo nos
levantamos cada mañana para enfrentarnos a un nuevo día, donde parece que el
único cambio es para peor?. ¿Cómo mantenemos una actitud positiva ante la
suerte de acontecimientos, que escapan a nuestro control, aparentemente, en la
mayoría de las ocasiones?.
No
somos eternos y las situaciones tan poco lo son, las pesadillas se terminan y
los sueños también. El tiempo no deja de
ser una invención humana que nos permite ordenarnos así como relativizar las situaciones. Relativizar el hecho de no
tener para comer es muy difícil (y maldita la gracia que hace), pero en algún
momento, hasta esto tan básico, tiene que pasar por la idea de que no es para
siempre. La siguiente idea estará focalizada en salir de ese hecho y en
adquirir el conocimiento suficiente que nos lleve a algo mejor.
Mantenernos
en la queja no nos ayuda. La energía que tenemos tiene que estar encauzada para
conseguir estar bien, sentirnos bien y
obtener lo que deseamos. ¿Qué deseamos? Está es una pregunta clave cuya
respuesta atraviesa nuestro propio conocimiento.
Es
evidente que no deseamos que un tsunami nos arrebate lo que tenemos. Pero ante los desastres naturales solo podemos
volver a empezar corrigiendo los posibles errores cometidos.
Ante
la muerte de un ser querido, por enfermedad o porque su tiempo se agotó (murió
de viejito o viejita), o por un accidente que se nos antoja sin sentido, sólo podemos pasar el duelo y concedernos un
tiempo para sentir la tristeza y rehacer la vida propia, ocupando el espacio
del vacío que deja la ausencia.
Nos
movemos en sistemas de creencias y esto nos faculta para crear distintas
realidades. ¿Qué realidad queremos
tener? ¿Cuál queremos vivir? ¿Una
realidad impuesta? ¿Una realidad propia donde somos los verdaderos artífices de
nuestra existencia? Y si elegimos tener un sistema de creencias, que no sea
impuesto ¿qué implica?.